Las cortinas son un elemento esencial en la decoración del hogar. A veces pasan casi inadvertidas, por la costumbre de verlas siempre allí en su sitio, pero basta con que un día no estén para comprobar su importancia. Por lo tanto, merecen tanto cuidado como cualquier otro objeto presente en la casa. Sin embargo, en ocasiones sucede que transcurren largas temporadas sin que las cortinas sean sometidas a una buena limpieza.
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¿Cada cuánto deben lavarse? Pues las cortinas acumulan polvo y suciedad igual que los muebles y los demás elementos. Debido a eso, la recomendación general es lavarlas cada tres meses. Una forma de recordarlo es hacerlo con cada cambio de estación. No obstante, se puede dejar pasar algo más de tiempo si se toman medidas para prolongar su buen estado, como sacudirlas con frecuencia o pasarles la aspiradora para quitarles el polvo.
Por el contrario, otras condiciones pueden hacer que el lapso entre lavados tenga que ser más breve aún. Es el caso de las cortinas de la cocina, las cuales se ensucian más, debido a que están en contacto con vapores grasos y olores fuertes. Para evitar que se impregnen de esos olores y de la suciedad, conviene lavarlas con más frecuencia.
Si en la casa hay mascotas también es probable que sea necesaria una limpieza más asidua, debido a los pelos y otras suciedades derivadas de la presencia de los animales. Y lo mismo si viven allí personas que fuman dentro o incluso si la zona sufre altos niveles de contaminación en el ambiente.
Y también si hay bebés en el hogar la higiene de las cortinas resulta fundamental, pues sobre sus superficies pueden acumularse ácaros y otros microorganismos nocivos para los niños muy pequeños.
¿Cómo saber si podemos usar la lavadora?
Desde luego, la forma más práctica de lavarlas consiste en emplear la lavadora. Pero hay que tener mucho cuidado, porque no es algo que se pueda hacer con todas las cortinas. Con ciertos tipos de materiales o tejidos existe el riesgo, si se meten en la lavadora, de que encojan o se arruinen.
¿Cómo saber entonces si se pueden lavar con lavadora o no? Lo más simple es observar la etiqueta de lavado. Allí se indica si la prenda es apta para ese tipo de procedimiento, así como -en la mayoría de los casos- también se informa la temperatura más apropiada del agua e instrucciones para secar y planchar.
En caso de que la cortina carezca de etiqueta, lo más idóneo es consultar en el lugar donde se compró. Si esto no es posible, hay que analizar la composición de la tela. Por lo general, los tejidos de algodón, nailon o poliéster se pueden poner en la lavadora sin inconvenientes.
Pero si se tratara de materiales más delicados, como la seda o el terciopelo, lo recomendable sería no correr riesgos y evitar la lavadora. En ese caso, habría que lavarlas a mano o llevarla a la tintorería para una limpieza en seco.
Consejos para no dañar las cortinas ni la lavadora
Una vez que está claro que se puede utilizar la lavadora, el procedimiento es sencillo, aunque hay que tener algunos cuidados. Uno de los más importantes implica retirar todos los ganchos, aros y demás elementos que pudieran soltarse durante el lavado y dañar luego el electrodoméstico.
Si la cortina tiene aros u otras partes rígidas que no se pueden quitar, y sobre todo si estas no son de plástico sino metálicas, lo aconsejable es introducir las cortinas en bolsas de lavado. En caso de que no se cuente con estas bolsas de lavado (de tela de malla), se puede utilizar una funda de almohada, atada con una soga. El objetivo es evitar que esas partes rígidas den golpes contra el tambor de la lavadora y pudiera ocasionar alguna rotura o desperfecto.
Otra medida para cuidar el aparato -y además para lograr un lavado óptimo- es no meter demasiadas prendas juntas. Si las cortinas se colocan en mucha cantidad pueden exceder la capacidad de la lavadora. Como resultado, podrían quedar manchas. Además, el esfuerzo excesivo acorta la vida útil del artefacto.
Cuando una cortina tenga suciedad muy visible (manchas de humedad, de comida o líquidos que se hubieran derramado sobre ella, etc.), es conveniente dejarla un rato en remojo o hacer un lavado previo en esa zona en particular.
Tal prelavado se puede efectuar con algún líquido quitamanchas, con una mezcla de vinagre y bicarbonato o con detergente para platos. En cortinas blancas confeccionadas con telas no muy delicadas incluso se puede utilizar lejía (en realidad, una solución de una parte de lejía por nueve de agua, dada la potencia de su acción).
Y también hay que tener cuidado de no mezclar cortinas de distintos colores en una misma colada. Las piezas de buena calidad pueden desteñirse y causar manchas en otras prendas, un problema que luego resulta muy difícil -a veces imposible- de solucionar.
Detergente, programas, centrifugado y otras claves
Se debe utilizar un detergente suave y en baja cantidad. En la lavadora, hay que optar por un programa para telas delicadas y con agua fría o templada (no superior a 30 ºC). El agua caliente es uno de los mayores factores de riesgo para que las telas encojan.
También hay que tener mucha precaución con el centrifugado: para que no queden muchas arrugas y además los tejidos no se deterioren, ese proceso debe ser suave (a no más de 400 revoluciones por minuto). Incluso se puede optar por no centrifugar, sobre todo en días soleados y de poca humedad, cuando la ropa se seca más rápido.
Finalizado el lavado, lo recomendable es sacarlas de la lavadora y tenderlas a secar lo antes posible. De ese modo, se evita que cojan mal olor, y además en muchas ocasiones hace que no sea necesario plancharlas, pues las posibles arrugas se eliminan -mientras la tela se seca- por efecto de la gravedad.
¿Y si hay que lavarlas a mano?
En los citados casos en que es preferible evitar la lavadora, la solución es utilizar un barreño grande o bien la bañera. Allí, siempre con agua fría o tibia, se pueden dejar las cortinas durante varias horas, removiendo cada cierto tiempo el agua jabonosa para que ablande y despegue la suciedad de la tela.
Más tarde se puede aplicar agua con suavizante y después aclarar con abundante agua, y tender a secar como se ha explicado. La otra opción, por supuesto, es llevar las cortinas a la tintorería, la alternativa quizá más cómoda aunque -claro está- menos económica.
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